Las sociedades civiles africanas no son pasivas ni están mudas.
Se organizan, son activas, se comprometen con sus realidades, buscan el cambio, trabajan y crean, innovan. Las redes sociales y las calles son testigos del movimiento en favor de la democracia, una mejor gobernanza o mejores condiciones de vida impulsado, fundamentalmente, por jóvenes y mujeres. Los jóvenes son mayoría en un continente cuya edad media no llega a los 20 años, se acomodan en la aldea global y ocupan las calles y ansían educación de calidad, oportunidades, libertad de expresión. Las mujeres, la mitad de la población, son la espina dorsal africana, fundamentales en el avance y la vertebración de sus sociedades, con un rol central en la economía y una capacidad enorme para hacer que las cosas cambien a mejor, para solucionar los conflictos, para mejorar las vidas de sus comunidades. En la primera línea cuando se trata de buscar soluciones al cambio climático, el conflicto o las desigualdades, las sociedades civiles africanas están dando forma al futuro de nuestro planeta.