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Marguerite Barankitse

"No hay nada que resista al amor", afirma "el ángel de Burundi", conocida así por haber salvado a más de 10.000 niños víctimas de la guerra y el Sida, y por sus continuos esfuerzos por la paz en su país.

"Quería enseñar a mi pueblo que cuando hay justicia y amor es posible vivir en armonía".

Maggy, apelativo cariñoso con el que se la conoce, nace en 1956 en el pueblo de Nyamutobo. Al quedarse huérfana, fue educada por religiosas en el liceo de Bujumbura. Se forma como profesora y, entre 1979 y 1981, se dedica a la enseñanza. Posteriormente, viaja a Lourdes donde recibe una formación para mujeres laicas en el seno de la asociación Auxillium. De vuelta a Burundi, reanuda sus labores docentes en Ruyigi, pero al negarse a aplicar la política de segregación étnica, fue despedida. Más adelante se convierte en secretaria del obispo de Ruyigi.

La situación en Burundi se pone cada vez más tensa. En octubre de 1993 Maggy esconde a hutus en el obispado de Ruyigi. El domingo, 24 de octubre, irrumpen unos asaltantes tutsis armados. Maggie se interpone pero no consigue que asesinen ante sus ojos a 72 personas. Consigue salvar a 25 niños hutus, escondiéndolos en el cementerio.

Logra crear la Casa Shalom, instalándola en una escuela que le presta el obispo de Ruyigi. Cada vez son más los niños que corren a refugiarse a casa de Maggie. La guerra continúa, y entonces Maggie decide cultivar la tierra con los niños para seguir alimentándolos.

En los inicios, tuvo que financiar los proyectos mediante la venta de sus propiedades personales y, aunque la situación de su organización sigue siendo precaria, ahora cuenta con el apoyo de Cáritas Alemania, UNICEF y los Padres Blancos.

Su labor ha obtenido amplio reconocimiento internacional. En 1998 recibió el Premio a los Derechos Humanos de manos del Gobierno francés, en el marco del 50 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En 2000, recogió el Premio Norte-Sur, que otorga el Consejo de Europa a personalidades destacadas en la defensa de la democracia y los derechos humanos. Y la Comisión Española de Ayuda al Refugiados (CEAR) y la Fundación CEAR la han galardonado con el II Premio Juan María Bandrés a la defensa del derecho de asilo.

"Todos piensas que estoy loca y que he perdido la razón, incluso mi familia. Y yo les digo que sí, que estoy loca, pero que ellos están más locos porque han matado. ¿Quién ha perdido más la razón, alguien que mata o alguien que intenta salvar vidas?".

Fuentes:

 

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