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Se proyecta que la economía se contraiga en un 2.6% en 2020, en comparación con el crecimiento del 2.5% previsto antes de la pandemia. Se espera que el sector industrial orientado a la exportación sufra una débil demanda externa, mientras que el sector servicios se verá afectado por las medidas y restricciones de contención que reducen la demanda. Para 2021 se prevé un crecimiento del 2.1% si la situación no empeora. Se espera que los ingresos del gobierno disminuyan debido a los efectos negativos de las medidas de desgravación fiscal, la débil actividad comercial y el consumo restringido, así como la disminución de los ingresos de la Unión Aduanera de África Meridional debido a los bajos flujos comerciales. Se pronostica que el déficit fiscal alcanzará el 10.2% del PIB en 2020 y que la deuda pública superará el 35% a medida que el gobierno pida préstamos para mitigar los efectos de la pandemia. Se proyecta que la inflación aumentará hasta el 4.3% en 2020, amplificada por las restricciones de suministro inducidas por el COVID-19 y un tipo de cambio debilitado. En relación con la posición externa, se espera un deterioro de la balanza comercial y de la cuenta de ingresos secundarios, reduciendo así el superávit de la cuenta corriente al 2.3% para 2020.
El crecimiento proyectado antes de la pandemia para 2020 se estimaba que iba a ser impulsado por el crecimiento industrial y la expansión agrícola. Además, la reactivación de la Ley de Crecimiento y Oportunidades de África y los mercados de preferencia comercial de la Asociación Europea de Libre Comercio mejoraban las perspectivas para el procesamiento de productos como textiles y carne. Por otro lado, los nuevos acuerdos comerciales pretendían abrir nuevos mercados para el país y dar impulso al crecimiento. Con el panorama actual, es probable que dichas perspectivas cambien y dependerá de las decisiones tomadas de los países europeos ante el virus.
La implementación de reformas estructurales articuladas en la Ruta Estratégica para la Recuperación Económica y el Plan de Nacional de Desarrollo (2019-22) debía también facilitar el entorno regulatorio, reducir los costes comerciales, apoyar la consolidación fiscal y eliminar los atrasos internos y las rigideces estructurales. Las inversiones en infraestructura sostendrían, en principio, el crecimiento y el empleo. Ahora, todo esto se verá ralentizado ante la existencia de otras prioridades derivadas del COVID-19.
Sudáfrica es, con diferencia, el principal socio comercial del país. Se sitúa en la cabeza como cliente y proveedor, seguido de India en ambos casos, y en tercer lugar Estados Unidos como cliente y China como proveedor. Entre las principales exportaciones del país se encuentran diversos productos comestibles, además de azúcar, textiles y madera. En cuanto a las importaciones destacan los productos manufacturados, la maquinaria y los bienes de equipo.
Los principales desafíos del país siguen siendo la pobreza, la desigualdad, el alto desempleo y la prevalencia del VIH. La débil situación fiscal, exacerbada por las entradas inciertas de la Unión Aduanera del África Austral (SACU) en un contexto de alto gasto, aumentado ahora por la crisis sanitaria, agravará los desequilibrios macroeconómicos. Además, la acumulación continua de atrasos internos y el aumento de la deuda pública aumentan los riesgos fiscales, las preocupaciones de sostenibilidad de la deuda y socavan la confianza empresarial. Otros desafíos se derivan del estricto régimen presupuestario, que limitan la demanda interna, reducen la actividad industrial y por ende impiden un crecimiento más rápido.
Fuentes: ICEX y Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación.