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Djibril Diop Mambéty (1945-1998) fue un director de cine senegalés, además de actor, orador, compositor y poeta. Aunque hiciera sólo un pequeño número de películas, recibió la aclamación internacional por su originalidad, su técnica experimental cinematográfica y su estilo de narrativa nada convencional.
Perteneciente a la etnia wolof, nació en el seno de una familia musulmana en Colobane, cerca de Dakar, la capital del Senegal y murió en París mientras estaba siendo tratado de un cáncer pulmonar.
Hijo de un clérigo musulmán y miembro de la tribu Lebou, Mambéty destacó su ciudad natal en algunas de sus películas. Su interés por el cine comenzó con el teatro y después de graduadrse en la escuela de interpretación de Senegal, trabajó como actor en el Teatro Nacional Daniel Sorano de Dakar hasta que fue expulsado por motivos disciplinarios.
En 1969, a la edad de 24 años, sin formación reglada en rodaje, Mambéty dirigió y produjo su primer cortometraje, Contras' City (Ciudad de Contrastes). Al año siguiente, Mambéty hizo otro corto, Badou Boy, que ganó el premio Silver Tanit en el Festival cinematográfico de Cartago en 1970 en Túnez.
El primer largometraje técnicamente sofisticado y cargado de símbolos que rodó Mambéty fue Touki Bouki (1973), que recibió el Premio de la crítica en Cannes y el Premio del Jurado en el Festival cinematográfico de Moscú, atrayendo hacia el director senegalés la atención internacional. A pesar del éxito de la película, pasaron veinte años hasta que Mambéty rodara otro largometraje. Durante ese tiempo rodó un corto en 1989, Parlons Grandmère (Hablemos abuela).
Hyènes (1992) es la segunda y última película de Mambéty. Una adaptación del The visit de Friedrich Dürrenmatt conceptuada como continuación de Touki Bouki. En el momento de su muerte, el director había estado trabajando sobre una trilogía de películas cortas llamadas Contes des Petites Gens (Cuentos de Personas Pequeñas). El primero de los cortos fue Le Franc (1994) y cuando murió estaba editando el segundo, La Petite Vendeuse de Soleil (La niña que vendía Sol), que recibió un premio póstumo en 1999. Su temprana muerte por cáncer de pulmón a la edad de 53 años le sobrevino en un hospital parisino.
El mismo Mambéty fue objeto del documental rodado en 2008 bajo el título Mambéty for ever (Mambéty para siempre) y como muchos de sus contemporáneos, Djibril Diop Mambéty usó el cine para hablar sobre situaciones políticas y sociales en África. Junto a críticos del neocolonialismo como Ousmane Sembène o Souleymane Cissé, las películas de Mambéty pueden ser entendidas en el contexto del 'Tercer Cine'.
Todavía, su a menudo inconvencional y surrealista estilo distingue a Mambéty de otros cineastas destacados del cine francófono africano que empleaban narrativas didácticamente más tradicionales y socialmente más realistas. Según Sheila Petty, "a diferencia de otros cineastas africanos de finales de los años 60 y principios de los 70, cuyas películas fueron estructuradas alrededor del discurso nacionalista que enfocaba la oposición binaria de valores africanos contra la enajenación cultural, Mambéty procuró exponer la diversidad de la vida real ".
Según críticos como Petty, sus películas expresaban la sensibilidad africana sin cerrarse ni en el nacionalismo estrecho, ni en la cultura colonial francesa. En vez de rechazar o realzar una más o menos autenticidad africana, Mambéty se enfrentó y se comprometió con las complejidades y contradicciones del África postindependiente. Las secuencias de montaje en sus películas están llenas de símbolos y sonidos del África tradicional y moderna, así como de la cultura contemporánea europea.
Además, en su estilo a la hora de editar y narrar, confluye la tradición antigua de los griots, los cuentacuentos tribales con las más modernas técnicas. Según sus propias palabras, Mambéty quería "reinventar el cine".
Otras temáticas tratadas en las películas de Mambéty son el poder, la riqueza y la ilusión. Ofreciendo una visión cínica de la humanidad en su último largometraje, Hyènes, Mambéty culpa a los propios africanos de la dependencia continuada de occidente. En la película y en muchas entrevistas, el director sugiere que los africanos son miopes al ver en el pasado colonial su futuro y engañarse con sus deseos desenfrenados de los bienes materiales que aseguran la dependencia de África de la ayuda extranjera.
En última instancia, sin embargo, Mambéty transmite un mensaje de optimismo en sus películas, pues designa a "la pequeña gente" como los constructores de un África positiva y nueva.
Filmografía:
Casa África dedicó uno de sus Cuadernos Africanos a este genial cineasta, en concreto el nº2, aunque también se habla de él en el nº1.