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La cooperación académica es una herramienta de enorme potencial para conocernos más y mejor con nuestros vecinos africanos. En un seminario celebrado en Madrid, debatimos cómo nuestro país puede posicionarse para recibir la inmensa demanda que se espera de jóvenes africanos para carreras, másteres y posgrados.
José Segura Clavell
Director general de Casa África
28 de junio de 2021
En 2025 y con el crecimiento demográfico que vive el continente africano, se calcula que cerca de 80 millones de estudiantes universitarios africanos estarán estudiando en el extranjero. África se posicionará en poco tiempo como el continente que más estudiantes forma fuera de sus fronteras, mientras que, en 2013, hace apenas 8 años, solo una de cada diez personas en la llamada movilidad global estudiantil era africana. En muy poco tiempo, pues, los africanos ocuparán en nuestros másteres las plazas que ahora mayoritariamente solicitan alumnos asiáticos y esperemos que, felizmente para ellos y nosotros, nos habituaremos a su presencia constante en nuestros campus.
Quisiera precisar que no estoy hablando de un tema que se enfoque al puro negocio para las universidades. En términos de país, y diplomáticos, acoger estudiantes de otros países conforma la mejor de las estrategias: la cooperación académica se ha convertido en una herramienta esencial de la acción exterior de los Estados. No solo facilita el conocimiento mutuo y contribuye al desarrollo de los países, sino que también permite el engarce entre la educación y formación y la internacionalización de las empresas. La experiencia así nos lo enseña: los vínculos que se establecen entre los estudiantes africanos que estudian en España para después regresar a sus países no solo abren puertas a nuestras empresas en sus países, sino que convierte en embajadores a todos y cada uno de los alumnos que disfruta la experiencia de estudiar en España, con todo lo que ello conlleva. Además, y evidentemente, el conocimiento no es unidireccional y los estudiantes africanos que nos eligen para aprender y ampliar sus estudios llegan con saberes y experiencias que mejoran y fortalecen nuestro sector académico y nuestras sociedades, abriéndonos la mente, el curriculum y el corazón a muchas realidades que hemos ignorado o malinterpretado habitualmente.
De este asunto hablamos a principios de esta semana, lunes y martes, en Madrid, en la Escuela Diplomática, en el «I Seminario de Cooperación Académica España-África» que Casa África organizó junto al Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación y la SEPIE, el Servicio Español para la Internacionalización de la Educación, perteneciente al Ministerio de Universidades. Un encuentro híbrido que reunió presencialmente en Madrid a un grupo de personas que busca fomentar la llegada de estudiantes de países africanos a nuestros centros y, de forma virtual, a diversos responsables universitarios africanos. Contamos con la presencia de representantes del Instituto Cervantes, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo y la Fundación Mujeres por África y pudimos escuchar a intervinientes clave en la evolución de esta cooperación académica con el continente, como nuestra secretaria de Estado de Asuntos Exteriores, Cristina Gallach; el embajador en Misión Especial para el Plan África, Alberto Virella, o el secretario de Estado de la España Global, Manuel Muñiz. También nos fue grato conocer a ponentes como la señora Kah Walla, líder política y activista camerunesa que ofreció pistas para empoderar a las mujeres africanas en el contexto académico y mejorar nuestra relación con las universidades africanas desde la igualdad, o personalidades claves del sector como la ministra de Deportes, Cultura y Patrimonio de Kenia, Amina C. Mohammed; la vicerrectora de la Universidad UNISA de Sudáfrica, Puleng LenkaBula, y el secretario general del Ministerio de Enseñanza Superior e Investigación Científica de la República de Guinea, Binko Mamady Touré, cuyo país, con menos de la mitad de habitantes que España, puede presumir de más de medio centenar de universidades públicas y privadas operativas. Además de acoger, por supuesto, al presidente de la Conferencia de Rectores Universitarios de España, José Carlos Gómez Villamandos; el secretario general de Universidades, José Manuel Pingarrón, y representantes de universidades, tanto africanas como españolas, entre las que puedo citar Zaragoza, Granada, Oviedo o Navarra, que se personaron en la Escuela Diplomática, mientras que casi medio millar de conexiones online se produjeron en diferentes puntos de España y África.
Aquí quisiera hacer una pausa para recordar que nuestro país (lo vemos perfectamente en la alta presencia de estudiantes en los centros universitarios canarios) es el país europeo que más gente recibe del programa Erasmus+, y ya tenemos cierto hábito en la acogida de estudiantes del norte de África, principalmente Marruecos, Argelia y Egipto. Sin embargo y a pesar de los esfuerzos que establecen diversas universidades españolas, de manera bilateral, y a nuestra situación particular, incrustados en el norte y oeste del continente africano, todavía es muy residual la presencia de alumnos de África subsahariana en nuestros campus.
Lo cierto es que la posición internacional educativa de España sigue siendo inferior a la de países de nuestro entorno. Francia, por ejemplo, es un país que ha trabajado mucho en la acogida de universitarios africanos y que se ha posicionado como la primera potencia no anglófona en número de visados a estudiantes extranjeros con su iniciativa Campus France, gracias a la que atraen talento fundamentalmente chino y africano. Nuestro desfase se da pese al nivel altamente competitivo de la universidad y centros superiores de formación españoles en el marco europeo, e incluso en comparación a centros del Reino Unido o norteamericanos, en términos de costes de matrícula, del prestigio de las titulaciones, del atractivo de la cultura española.
España ofrece la indudable ventaja de tener un idioma y una cultura universales, de amplia presencia geográfica, también en África subsahariana. Hace años que hablamos, percibimos y trabajamos alrededor del fomento de la lengua española en África subsahariana. A pesar de los esfuerzos desarrollados estos años por las universidades españolas, en particular con los países francófonos de África occidental, donde hay mayor presencia de estudiantes de español, y que han permitido la movilidad de estudiantes y profesores a través de una amplia red de acuerdos de colaboración, España no ha aprovechado hasta el momento el gran potencial que ofrece la nueva situación que se está creando.
El español está de moda y es un idioma muy reclamado para estudiarlo en África, continente que aporta casi dos millones de aprendices a nuestra lengua y donde se considera que añade “caché” a un curriculum. Sin embargo, esta tendencia aún no se traduce en un número considerable de universitarios africanos que elijan venir a España. Algo que podría cambiar si articuláramos un sistema que tuviera en cuenta las especificidades del alumnado africano (dificultades en homologación, visados y becas) y que reposara en una política universitaria sostenida y sostenible en el tiempo que tenga carácter de auténtica estrategia a nivel nacional, algo que ya se está desarrollando con países como Marruecos.
De estas jornadas nos llevamos un montón de conclusiones y ejemplos prácticos de cómo hacer, y bien, las cosas. Por ejemplo y a pesar del peso fundamental de la universidad en esta iniciativa, nos recordaron que no todo es formación universitaria: España tiene un campo enorme de acción si apoya aún más la formación profesional. Existe un programa, por ejemplo, llamado SAAM, que apoya la movilidad de estudiantes para formarse en el campo de la hostelería, la ingeniería, etc. Es importante la colaboración con institutos de formación profesional y que estos empiecen a ver a África como un campo de potencial crecimiento. Otro ejemplo, relativo a los vínculos entre el mundo empresarial y universitario, es el que nos proporcionó Eduardo Mesegue, de la compañía Gallina Blanca Foods, que nos explicó que su empresa no exporta, sino que produce pensando en los países en los que opera, donde adapta el producto a los gustos africanos y forma bien a sus empleados. De sus casi 3000 empleados, sin embargo, solo 10 no son africanos, aunque destaca el número de mujeres que ocupan cargos de responsabilidad.
Me congratula saber que el Gobierno de Canarias y las universidades canarias han mostrado una sensibilidad especial en este tema. Me consta que hacen un esfuerzo por crear vínculos con universidades, profesores y estudiantes africanos, conscientes de nuestra situación, nuestras posibilidades y las oportunidades que abre una colaboración de este tipo a nuestra sociedad y al desarrollo de nuestros vecinos.
Considero que la universidad y el sector educativo están al servicio de la sociedad para mejorar nuestras vidas, solucionar problemas locales y globales y extender la prosperidad, los conocimientos y la solidaridad entre ciudadanos del mundo a través de las fronteras. Por ese motivo, me siento orgulloso de haber participado en esta iniciativa y aportar mi granito de arena a un mundo en el que esos conocimientos y la cooperación pongan la base de un futuro mejor para todos nosotros.