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Las perspectivas económicas del país antes de la pandemia eran modestas, con un crecimiento del PIB proyectado del 3.9% en 2020 y el 3.4% en 2021, debido a las tendencias a la baja en los precios de las materias primas, destacando el cobre y el cobalto. Además, la agricultura ha sufrido también una baja productividad, sumado a que la escasez de energía ha obstaculizados los esfuerzos de industrialización. Ante la situación actual, se espera una contracción del PIB del 2.3% para 2020 si la pandemia desaparece en julio, y un 4.2% si se alarga hasta diciembre. La actividad en la industria extractiva, el principal impulsor del crecimiento de la economía, se desacelerará debido a la caída de los precios y la disminución de la demanda china, además de la reducción general del nivel de actividad debido al aislamiento y la movilidad reducida, lo que empujará al país a una recesión en 2020 con una pérdida de crecimiento estimada entre el 6.2% y el 8.1% del PIB. En comparación con la situación anterior al COVID-19, se espera que los déficits presupuestarios y de cuenta corriente se amplíen para 2020, pero de manera limitada. También se espera que aumente la inflación de forma significativa, doblando el nivel previsto anteriormente.
Antes del COVID-19, la adopción prevista del Plan de Desarrollo Estratégico para 2019-2023 se esperaba que diera mayor visibilidad a las prioridades nacionales. Además, gracias a la baja deuda el país tiene margen para asegurar nuevos préstamos externos en condiciones favorables, lo que puede ayudar en estos tiempos de crisis. Además, la normalización de la situación política y una nueva determinación para reformar y combatir la corrupción infunden un clima de confianza, que promueve nuevas inversiones privadas en sectores que impulsan la economía. Sumado a esto, un programa económico y financiero respaldado por el FMI allanaría el camino para un estímulo económico adicional; no obstante, ahora las prioridades pueden cambiar.
La República Democrática del Congo pertenece al grupo de PMA (Países Menos Adelantados) e importa casi todo lo que consume, destacando los bienes de capital seguido de los bienes de consumo, y en menor medida la energía. En relación con las exportaciones destacan los minerales, especialmente el cobre. Le siguen el oro y el petróleo. China y Francia son sus principales clientes, aunque Zambia se ha posicionado entre los primeros en los últimos años. Sudáfrica continúa siendo su principal proveedor, donde China, Francia y Zambia también ocupan los primeros puestos de la lista.
La economía sigue dependiendo en gran medida de los productos mineros, lo que la hace vulnerable a las fluctuaciones de los precios mundiales. Las debilidades estructurales en los sistemas de ingresos dificultan la financiación de programas prioritarios. La escasez de infraestructura en la mayoría de los sectores continúa frenando significativamente el desarrollo económico. Además, la epidemia del ébola todavía tiene consecuencias que siguen obstaculizando el desarrollo económico en el área de la seguridad, al que ahora se sumarán los efectos del COVID-19. Se prevé que la pandemia afectará significativamente la economía nacional y la calidad de vida de la población congoleña con el aumento de la mortalidad, la pérdida de empleos, la disminución de los ingresos reales, la disminución del suministro de alimentos, etc. En consecuencia, el gobierno ha otorgado facilidades a empresas y hogares, junto a un programa multisectorial de emergencia para mitigar el impacto de la pandemia y proteger a la población, además de fortalecer la capacidad de las instituciones médicas y tomar medidas económicas para garantizar la estabilidad macroeconómica y garantizar su recuperación lo antes posible.
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Fuente: ICEX, African Economic Outlook y Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación