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En comparación con las previsiones previas a la crisis del COVID-19, es probable que el crecimiento del PIB caiga entre 5.5% y 6.1% en 2020, enviando así a la economía tunecina a una profunda recesión con una contracción del PIB proyectada entre el 3.4% y el 4.0%. Esta pérdida de crecimiento contribuiría a un aumento en el déficit fiscal de al menos 2 puntos porcentuales en relación con las proyecciones iniciales bajo el efecto esperado de una pérdida de ingresos fiscales vinculada a la contracción general de la actividad económica. A pesar de la caída esperada en la factura del petróleo debido a la caída de sus precios, se proyecta que el déficit de la cuenta corriente aumente un 2.1% aproximadamente en comparación con las previsiones anteriores a la pandemia, debido al cierre del sector turístico y menores remesas de migrantes y exportaciones. Se espera que la inflación repunte en 2020 y 2021 después de la reducción de 2019, aunque debería mantenerse contenida. Para 2021, la mejora relativa de la situación macroeconómica dependerá de las condiciones económicas en Europa y el resto del mundo.
Túnez goza de varias fortalezas como, por ejemplo, la proximidad a Europa, mano de obra cualificada, diversas industrias (aeronáutica, productos químicos, textiles), alto potencial agrícola y pesquero, y depósitos considerables de fosfatos, petróleo y gas. La industria del turismo donde destacan playas, montañas, oasis, ecoturismo y terapias de agua de mar, fue hasta 2011 una fuente importante de crecimiento y empleo, y se esperaba que se beneficiase del crecimiento constante de la demanda global de servicios turísticos. Ante la nueva situación de pandemia mundial, el sector turístico se verá afectado.
Más de la mitad de las importaciones de Túnez provienen de la Unión Europea, encabezado por Italia, Francia y Alemania con datos de 2018. En la relación de clientes, estos tres países siguen siendo los principales, situándose primero Francia, seguido de Italia y Alemania, y en cuarta posición España. Las importaciones más importantes para el país son el petróleo y sus refinados y el gasto natural; también los tejidos, los vehículos y una gran variedad de alimentos. Respecto a las exportaciones, los fosfatos han sido de forma tradicional un sector muy importante para el país, pero en los últimos años su producción se ha visto afectada por diversas protestas sociales. Además, destacan la confección, el petróleo bruto y los refinados, aceite de oliva y dátiles. Los sectores de oportunidad que presenta el país son productos cárnicos, maquinaria y equipamiento industrial, material eléctrico, material de transporte y las TIC. También está en desarrollo el sector de energías renovables, por lo que a largo plazo los sectores de agua y energía, además de infraestructuras también pueden presentar una oportunidad de negocio.
El país sufre de amplias disparidades sociales y regionales desde hace años. El desempleo se mantiene alto, con grandes diferencias entre regiones costeras e interiores, y las desigualdades como estas están desestabilizando el clima social e impidiendo la inversión y el crecimiento. Reducirlos implica acelerar las reformas estructurales iniciadas desde 2011 e introducir medidas específicas destinadas a un crecimiento más inclusivo. Es necesario priorizar y orientar mejor el gasto público para encabezar la economía.
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Fuentes: ICEX y African Economic Outlook.